En “Derivación”, Bernardo Montoya trabaja alrededor del medio de la pintura, y reflexiona en torno a los procesos pictóricos del color. A partir de una serie de obras que parecen rocas hechas con capas de pigmento, el artista crea pequeñas piezas a través de procesos industriales. Estas obras se pueden apreciar como una especie de fósiles compuestos por años de capas sobrepuestas de pintura, intervenidas y ubicadas en el espacio de la galería para realzar su condición pictórica.