El espacio doméstico es considerado en la antropología como el más habitado por la especie humana. Es allí en donde se nutren nuestras relaciones interpersonales y se configuran las estructuras de formas, espacios y objetos que establecen el grado de privacidad e intimidad inherente a cada individuo. En nuestra cultura, el hogar es sinónimo de refugio y protección, es el lugar de lo privado, el núcleo en torno al cual gravitamos con el fin de encontrar armonía interior.