Un campo de Luisa Montoya reúne una serie de ejercicios pictóricos y de animación, cuyos motivos y soluciones plásticas resuenan con la experiencia de viaje, aceleración y paisaje contemporáneo. Como punto de partida la artista utiliza bocetos de vistas registradas desde la ventana de un tren durante un recorrido de Nueva York a Rhode Island, en Estados Unidos. Aquí la ventana del tren funciona como marco y rejilla que delimita la porción de territorio que la artista ve en un determinado momento. Ante la imposibilidad de parar el gesto debe ser fluido y esquemático, gesto que en la superficie pictórica convierte pastizales, montañas y cielos en campos de color continúo, que sintetizan el movimiento del viaje.
