La obra de Juan Carlos Delgado se desarrolla a partir de un interés por la memoria, partiendo de referentes simbólicos que se articulan con una serie de significados asociados a la espiritualidad, la transformación del ser y la relación dicotómica entre vida y muerte, luz y oscuridad, experiencia y reminiscencia. En su más reciente proyecto, el artista retoma la noción romántica del acantilado para establecer un símil entre la silueta abrupta y difusa de dicho accidente geográfico y la imposibilidad de retener recuerdos nítidos de las experiencias que nos marcan como individuos.