Estamos alerta pero tenemos los días robados. La vida pasa como un rumor de fondo. Un sobrante de experiencias únicas que no siempre se observan, aún cuando las señales de advertencia están por todo el camino, interrumpiendo la velocidad del pensamiento, de las ideas, de los sueños y divagaciones en que nos sumergimos en instantes de contemplación. Las señales de tránsito, esos coloridos planos superpuestos al horizonte que nos distraen del paisaje, están ahí para salvarnos del estrepitoso momento en que nos estrellamos con el fin o al menos eso dicen, aún si para evitarlo deben mantenernos en estado de tensión permanente.