El humanismo ha tenido al menos dos propósitos: el primero es naturalizar lo social para definir diferentes comportamientos que no se adecuan al pensamiento binario; pues, según éste, la sociedad debe asumirse a partir de divisiones del tipo macho-hembra, bueno-malo, esencia-apariencia, ficción-realidad. El otro propósito ha sido la humanización de la naturaleza para introducir ciertos valores morales en el seno de una sociedad determinada. Es por ello que encontramos bestiarios del siglo XII, ejemplarizando los valores cristianos a partir de las imágenes de monstruos y quimeras y, a la vez, fábulas y textos escolares ilustrados con monos o burros que nos enseñan a leer, a escribir y a dibujar.