Homenaje

Jaime Ávila
diciembre 8, 2020
- diciembre 15, 2020

Información de la exposición:

Jaime Ávila, la leyenda

Cuando empezó la pandemia en el mes de Marzo, una de las situaciones más complejas de manejar era ocupar el tiempo de mis hijos, quienes ya habían armado todos sus legos, rompecabezas y habían visto todas las películas posibles. Un día, en una llamada larga (como solían ser) Jaime Ávila me dió un gran consejo, hacer una casa con cobijas y sillas. Mi motricidad es malísima, pero las instrucciones de Jaime precisas y así logramos armar un Castillo completo que desde entonces ha sido centro de operaciones de los niños.

Y es que así era Jaime Ávila, un genio sensible que siempre podía crear una sonrisa, cambiar una situación, hacer que descubriéramos algo, que repensáramos una acción. Todo con sencillas observaciones y propuestas, casi todas cargadas de humor.

Hemos tenido la fortuna de acompañar su carrera por cerca de 10 años y desde la primera muestra que hizo con nosotros (talento pirata) hasta nuestra última reunión hace cuatro semanas llegó a la galería con una carcajada. Era imposible no saber que se encontraba en el lugar, siempre su alegría lo delataba, nunca desencajado, nunca molesto.

Trabajar con Jaime era un reto enorme, su cabeza iba a mil por hora y era imperioso estar concentrado para seguirle el hilo, hablaba de su obra pasada y futura siempre, hilando todo en medio de relatos divertidos, de historias personales y familiares, de comentarios agudos sobre la moda, las ciudades y las personas. Al final terminábamos con cientos de proyectos para hacer, uno de los cuales es un libro sobre su obra en el que estamos trabajando de la mano de Santiago Rueda.

Cuando estábamos en inauguraciones y le presentaba a alguien yo siempre lo hacía como “Jaime Ávila, la leyenda viva” y no le gustaba porque decía que él no era ninguna leyenda. Pero sí lo era y él lo sabia. Era consciente de cómo su obra motivó a muchos artistas a explorar nuevos materiales, a articular discursos sobre lo urbano, a mirar el entorno y a entendernos globales. Y es por eso, por esa capacidad de sorprender que sus muestras siempre fueron un referente y se comentaban, porque todos estábamos pendientes de su nueva investigación, de sus nuevos proyectos. Mantuvo la tensión y ansiedad de su audiencia y siempre, sin excepción, nos sorprendió, pues cada proyecto era radicalmente opuesto al anterior tanto formal como conceptualmente, pero siempre logrando una gran articulación con la obra general.

Jaime fue un amigo entrañable, su apoyo y aportes a nuestra galería fueron enormes. Siempre fue generoso.

Con dedicación se entregó a todas las tareas y me consta cómo disfruto la preparación de sus piezas para la más reciente versión de Arco en Madrid, en donde exhibimos con orgullo su última obra, los capitolios y la Casa Blanca hechos con patrones textiles, las cuales fueron celebradas por el público. Se tomó fotos frente a estas obras con muchas personas, y con su celular registró miles de momentos en esa semana en Madrid, una ciudad que le encantaba. Llevarle el ritmo a Jaime era imposible, siempre quería ver todo, recorrer todo, leer todo, entender todo y registraba en videos y fotos los momentos del diario vivir madrileño.

Un observador agudo de su tiempo, un hacedor mágico, que con cobijas pudo levantar castillos, con cajas de cd imágenes del comercio informal y con textiles centros de poder. Alguien que nos demostró que el arte está y estará ahí siempre y justamente son sus obras las que nos quedan para recordar siempre al gran Jaime Ávila, la leyenda.  

 

Carlos Hurtado

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